Fuente: Expansión / Escribe: Marta Juste
La gestión de los hospitales de campaña que durante la crisis del coronavirus tuvieron que ser montados de un día para otro para atender a todos los afectados por el virus, supuso una oportunidad para que la tecnología demostrara sus grandes posibilidades. En Madrid, en el hospital de campaña de Ifema, la compañía especializada en IoT (Internet of Things), Sigfox, instaló 1.800 botones conectados que permitían la comunicación entre pacientes y sanitarios con un consumo energético bajísimo y sin instalaciones complicadas. Por su parte, Cellnex proporcionó todo un sistema de sensorización inteligente a las instalaciones desplegadas en Ifema y Fira de Barcelona. A través de una red de IoT y con los dispositivos desplegados, se estableció un sistema que permitía controlar y regular automáticamente aspectos como la temperatura o la calidad del aire en las instalaciones, mejorando la estancia de las personas acogidas allí.
“Hemos visto cómo en pocos días se desarrollaban respiradores con ayuda de la impresión 3D y cómo el Internet de las Cosas permitía su conexión en tiempo real con el cuadro médico que debía tomar decisiones. Todo ello, no hubiese sido posible sin el desarrollo de tecnologías como IoT, Edge Computing, VPN, sincronización de dispositivos, etc. Por tanto, creemos firmemente que en tecnología hemos avanzado en unos meses lo que en condiciones normales hubiésemos tardado años en hacer. Del mismo modo, esta transformación se puede hacer extensiva a aplicaciones concretas como la Inteligencia Artificial o el Internet de las Cosas. Ante la crisis sanitaria que vivimos y la importancia de buscar soluciones y respuestas rápidas, se agudizó el ingenio y la colaboración entre compañías, y entre empresas y la Administración: todos pusimos nuestro conocimiento y aplicaciones tecnológicas al servicio de la salud. En este sentido, esta crisis ha servido para poner de manifiesto la importancia de las tecnologías como IoT. Ahora somos más conscientes de su necesidad”, explica Juan José González Bermejo, director de nuestra Unidad de Negocio Smart & IoT.
Pero a pesar del gran avance en tecnología producido en los últimos meses, lo cierto es que las perspectivas de crecimiento de la tecnología IoT previstas para este 2020 se han visto recortadas. La consultora IDC ha revisado su pronóstico de gasto anual respecto a Internet de las Cosas y según sus nuevos cálculos este gasto será de 742.000 millones de dólares en 2020, lo que supone un crecimiento del 8,2 % en vez del 14,9 % que había previsto en noviembre de 2019.
‘Internet of Medical Things’
Los expertos coinciden en que no se ha explotado todo lo posible el Internet de las Cosas durante la pandemia, pero se han sentado las bases para acelerar el desarrollo del llamado Internet of Medical Things (IoMT), o lo que es lo mismo, el IoT aplicado a la sanidad. “Todo lo que tiene que ver con la sensorización en el sector de la salud ya existía, pero nos hemos dado cuenta de que en el futuro va a ser más necesario. Esta afirmación cobra sentido al ver que todas aquellas tecnologías que funcionan para la medición y monitorización de pacientes son casi imprescindibles, ya sea en hospitales, como en residencias o en los propios hogares”, apunta Miguel Ángel Sánchez, director del Máster en Industria 4.0 de UNIR.
El Internet of Medical Things o Internet de las Cosas Médicas se definiría como la tecnología basada normalmente en un conjunto de sensores que permite monitorizar, informar o alertar sobre asuntos médicos y a su vez proporcionar a los profesionales de atención médica datos reales del paciente con el objetivo de identificar posibles problemas.
“Este tipo de sistemas pretenden ayudar a los sistemas sanitarios y podrían haber sido útiles en lugares como las residencias, que durante unos meses se han visto saturadas. Ahora también pueden ser de gran utilidad en los hogares, permitiendo a los profesionales hacer un seguimiento de los pacientes desde sus casas, evitando que se vuelvan a colapsar los hospitales. Por ejemplo, si recomiendan quedarse en casa a un paciente con fiebre, mediante un wearable se le puede medir la temperatura constantemente, teniendo acceso a esa información en tiempo real y evitando que acuda al médico. Hablo de temperatura y wearables, pero los sensores se pueden colocar en cualquier parte, cualquier elemento puede ser inteligente”, añade Miguel Ángel Sánchez.
Para que la información recogida por sistemas y sensores tenga utilidad, es importante que después pase a manos de los sistemas de inteligencia artificial y big data. “Estas tecnologías como la IA o el big data, que hacen uso de la información recogida de los diferentes elementos sensóricos o sistemas (redes sociales, personas, dispositivos, etc.) están ayudando al análisis y a dibujar patrones de comportamiento con el objetivo de mejorar dos aspectos clave: La predicción de cambios que se pueden producir y la capacidad de resiliencia ante nuevas situaciones. Éste es un proceso que mejora los resultados del análisis de forma constante y lógicamente, tan solo en fases más avanzadas, dónde se disponga de más información en volumen y valor relevante, nos permitirán afirmar con certeza si será viable y efectiva la predicción de una crisis de estas magnitudes y conocer así el valor real con el que el IoT habrá contribuido”, añade González Bermejo.
Ciberseguridad y legalidad
El principal problema para avanzar en el desarrollo de tecnologías como el Internet de las Cosas Médicas se encuentra en la ciberseguridad y en los riesgos para la privacidad de los datos personales de los usuarios. Hace dos años, casi medio millón de estadounidenses tuvieron que actualizar el softwarede su marcapasos por el peligro de ser hackeados y, porlo tanto, poner en riesgo su salud.
“El IoMT ha llegado para quedarse porque es una de las mejores formas para controlar a los pacientes, y además es barato. El sector médico ya lo estaba empezando a utilizar con fuerza y tras los meses que hemos pasado su uso se acrecentará, pero hay que crear un sistema suficientemente seguro. La ciberseguridad es importantísima y el tema legislativo también. Pero hay controversia. Le tienes que decir a alguien que se ponga un dispositivo que te toma la temperatura todo el día, ¿y qué pasa con esos datos? Deben asegurarte cuál es el fin de toda la información que se extraiga a partir de tus mediciones y que el usuario tenga capacidad de determinar hasta qué punto puedo usar esos datos personales. Es la parte más complicada, pero ocurre con todas las tecnologías actuales. Por la parte tecnológica ya está todo el camino andado, la tecnología IoT médica está lista, pero por la parte de legislación y seguridad, este avance se podría parar”, explica Ángel Barbero, profesor de Tecnologías en EAE Business School.